Tiempo de luz...

Con la llegada de diciembre, nuestras vidas se envuelven en un manto de magia y expectativa. Es un momento en que el frío exterior contrasta con el calor que existe en el interior de nuestras casas, un calor alimentado por la promesa de la Navidad. Es por ello que hemos elegido titular a este número Tiempo de Luz, un título que encapsula la esencia de lo que celebramos: no solo el resplandor de las guirnaldas y las velas, sino la luminosidad que emana de nuestros corazones y de la unión familiar.

La luz de la Navidad es, ante todo, la luz de la tradición. Es el recuerdo de las manos que nos enseñaron a montar el pesebre o a colgar los adornos en el árbol. Son los aromas que nos transportan instantáneamente a la infancia. En el ritmo acelerado de la vida moderna, este tiempo nos ofrece una pausa necesaria, una invitación a bajar la velocidad y a reconectar con lo esencial. Os animamos a que, en estas semanas, se conviertan en custodios activos de estas tradiciones, creando nuevos rituales que vuestros hijos e hijas atesorarán y que, a su vez, transmitirán.

Pero este Tiempo de Luz también nos invita a mirar hacia afuera. La luz, por naturaleza, está destinada a ser compartida, a disipar la oscuridad. La Navidad es un recordatorio poderoso de la importancia de la generosidad y la empatía. Es el momento ideal para enseñar a los más jóvenes que la alegría se multiplica cuando se extiende más allá de nuestro círculo íntimo. Ya sea a través de un acto de servicio comunitario, una donación o simplemente ofreciendo una palabra amable a un vecino, cada pequeña acción contribuye a iluminar el mundo que nos rodea. Es en este dar desinteresado donde encontramos una de las fuentes más profundas de la felicidad navideña.

Que este Tiempo de Luz os traiga paz, esperanza y la inmensa alegría de estar juntos. ¡Feliz Navidad!

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