Las experiencias dolorosas que desarrollamos a lo largo de nuestra vida conforman nuestras heridas emocionales. Generalmente, nos cuesta afrontar problemas emocionales como separaciones, traiciones, humillaciones, abandonos o injusticias.
Lo cierto es que es probable que muchos de nosotros aún no hayamos cerrado esas heridas emocionales. Nos siguen doliendo e intentemos enmascararlas con el “maquillaje de la vida”
A continuación os mostramos 6 etapas que necesitamos experimentar para sanar nuestras heridas emocionales:
No te tapes los ojos, la herida existe
Puede que pienses que vendarle los ojos al sufrimiento es lo mejor que puedes hacer. Pero lo cierto es que eso te hace negarte que no estás bien, lo que hace que la herida se complique con el paso del tiempo.
Aceptar nuestras heridas resulta muy beneficioso en cuanto asumimos el aprendizaje que necesitábamos
Intenta perdonarte y perdonar a los demás, pues es la única manera de que consigas pasar página y abrir tu corazón.
La decisión de sobreponernos a nuestras heridas es el primer paso hacia la autocomprensión y el autocuidado
No puedes pretender que los demás cumplan tus expectativas y te saquen del pozo cada vez que te hundes.
Date permiso para enfadarte con ellos y perdónate.
Si te fuerzas a no hacerlo, acabarás reprimiendo ese dolor y lo convertirás en odio y en resentimiento.
Vivir imponiéndonos trampas emocionales es castigarnos.
Absolutamente todas nuestras experiencias nos enseñan algo.
Es necesario mirar al frente y afrontar que no estamos siendo nosotros mismos y que algo debe cambiar.
Date tiempo para observar cómo te has apegado a tu herida en todos estos años.
Es probable que pienses que tú puedes con todo y que ya has salido de peores pozos.
No renuncies a los abrazos y al mundo.
En ocasiones un profesional puede ser parte de la curación
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