Don Bosco en familia
número 84
Acompañar personas
Lo que NO puede hacer la inteligencia artificial
“Una vida sin examen no merece la pena ser vivida.” Esta frase de Sócrates cobra actualidad en los días que vivimos, entre prisas y actividades frenéticas donde lo urgente quita tiempo a lo importante. Es momento de examinar y ver qué palabras se han repetido más estos últimos años. Junto a la palabra “pandemia”, “Inteligencia Artificial” o “Chat GPT”, “acompañamiento” ha sido una de las más usadas: la necesidad de acompañar a nuestro alumnado, a los docentes, a las familias, a nuestros hijos e hijas, a nuestros padres… Acompañar, desde la filosofía socrática, es examinar y saber ver las experiencias vividas de las personas que nos rodean a la luz de sus fortalezas, para que vivan en coherencia dentro de la complejidad y la incertidumbre en la que estamos inmersos.
¿Cómo hacerlo?
El primer paso para acompañar a los demás es acompañar desde nuestra mejor versión. En esta línea, estas palabras de Plotino, en sus Enéadas, te pueden ayudar: “¿Que cómo puedes ver la clase de belleza que posee un alma buena? Retírate de ti mismo y mira. Y si no te ves aún bello, entonces, como el escultor de una estatua que debe salir bonita quita aquí, raspa allá, pule esto y limpia lo otro hasta que saca un rostro bello coronando la estatua, así tú también quita todo lo superfluo, alinea todo lo torcido, limpia y abrillanta todo lo oscuro y no ceses hasta que veas tu mejor versión".
El acompañamiento salesiano
Acompaña a los jóvenes en este tiempo favorable para el discernimiento vocacional experimentando, al mismo tiempo, la belleza de dejarse acompañar.
Ayuda al joven, con paciencia y amabilidad, a descubrir – escuchando la voz de Dios – cuál es un don y cómo puede realizar el gran proyecto que lo espera.
Ofrece a cada joven la oportunidad de ser acompañado, dando el primer paso desde la escucha empática y valorando la individualidad sin excluir a nadie.
Propón una espiritualidad unificada viviendo una presencia auténtica desde el ejemplo de Jesús.
Testimonia la alegría amando y haciendo sentir el amor de Dios.
Experimenta la lógica del “ven y verás” con el testimonio silencioso y coherente, que manifieste la presencia del Resucitado e invite a emprender un camino.
Vive la dimensión comunitaria creando una “casa que acoge” mediante la mirada, el ser, la apertura al mundo y la plenitud de vida.
Dedica tiempo al encuentro personal cuidando la escucha con el corazón de Cristo Buen Pastor.
Mira con confianza y esperanza la vida, fiándose del Señor, caminando junto a los jóvenes y despertando en ellos el deseo de encontrarlo: labra tu propia estatua.
■