Un poco más
Número 87
Qué quiero contar, cómo lo cuento...
María Pérez
Comienzan las deseadas vacaciones para nuestros niños, y con ellas más tiempo para hablar y estar juntos. Sin embargo, a pesar de ser el momento que buscamos pasar con quienes más queremos durante el año suele convertirse en un momento de grandes discusiones y enfrentamientos.
En este artículo vamos a daros algunas claves para que la comunicación en vuestra familia sea efectiva y afectiva, pero sobre todo para ayudaros a convertir ese verano en un gran momento de disfrute familiar.
En primer lugar vamos a analizar brevemente cuáles son los elementos que dificultan una buena comunicación con los demás. Debemos saber cómo nos sentimos para poder saber lo que necesitamos transmitir. Es primordial reconocer los sentimientos propios para poder establecer una conversación efectiva y afectiva. Cuántas veces se nos ha presentado una gran conversación y no hemos podido tenerla o ha terminado mal por no haber sabido comunicarnos, “me parece muy interesante esta conversación, ahora no me encuentro muy bien. ¿Podríamos hablar en otro momento?”.
Es necesario no caer en el error de pensar que el sentimiento va por encima del respeto y la persona. Es decir, actualmente existe una primacía de los sentimientos que nos lleva a justificarnos a través de ellos, en lugar de utilizarlos de manera correcta. Podemos incluso llegar a pensar: “como me siento así… puedo hacer lo que yo quiera”. Como educadores tenemos el deber de no seguir alimentando esta nueva oleada de creencias. Provoca que cada vez hablemos menos entre nosotros y se den conversaciones desde la justicia propia, sin dejar que nadie diga ni opine nada.
Otros puntos que afectan a la hora de buscar tener una buena comunicación, son las actitudes negativas que podemos tener frente a la otra persona, entre ellas; insinuar, suponer, no saber escuchar, el famoso “yoísmo”, el cual provoca una gran desconexión con los demás y deriva a un pensamiento egoísta que no permite ver el mundo de alrededor, en una autorreferencialidad constante.
Como hemos visto anteriormente, es importante reconocer cómo estamos para saber qué y cómo transmitirlo a los demás. Para una buena comunicación podemos partir de una frase sencilla, QUÉ QUIERO CONTAR, CÓMO LO CUENTO.
Por último, no solo es saber poner palabras a nuestros sentimientos, ideas, etc., sino también es importante saber escuchar para el logro de dicha comunicación fructífera.
Os proponemos algunos pasos:
ACOGER: hacer sentir segura a la persona que nos está hablando a partir de la creación de un clima de escucha, con una atención plena y demostrando confianza.
ACLARAR: tratar de expresar lo que nos han contado, desplegando el relato y validando cómo la otra persona se puede sentir. Todos más de una vez nos cubrimos con “capas emocionales”, con las cuales nos protegemos del entorno. Una vez conseguimos sentirnos seguros y poder soltar dichas capas, la comunicación es mayormente afectiva y efectiva.
AFRONTAR: una vez hemos escuchado y permitido que la otra persona se sienta cómoda, puede que se dé una situación para buscar una solución o simplemente otorgar la oportunidad de “charlar”, lo que provocará la creación o fortaleza del vínculo entre ambos.
En artículos anteriores podéis ver un modelo de horario de verano con algunas ideas para disfrutar en familia, también distintos libros para fomentar el hábito de la lectura en los niños en esta época vacacional con tanto tiempo libre.
¡Feliz verano familias!
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