Y ahora qué...

número 79

Quiéreme bien para que aprenda a irme

Me gustaría iniciar este primer artículo con un sincero homenaje a todos los padres y madres que me van a leer.

Sin duda, hablar de educación en general es hablar de un concepto controvertido y quizás de entrada ambiguo, podríamos hablar de educación formal, informal, no formal… pero no es de eso de lo que quiero hablar.

Me gustaría hacer una sencilla reflexión sobre la mayor responsabilidad que puede asumir una persona, que es la educación de un ser humano.

Sin duda, una opción vital que tendrá repercusiones en nuestra descendencia.

Por eso creo que es necesario iniciar este número con mi sincero homenaje a cada padre y cada madre. Obviamente cada opción lleva consigo su propia renuncia y optar por ser padres conlleva a renunciar a muchas cosas. Por nombrar algunas: a seguir siendo el centro de tu vida, a dormir noches enteras, a mantener nuestros propios horarios y seguro que un sinfín de cosas más.

En la mayoría de casos estas renuncias van unidas también a miles de situaciones que nos hacen sencillamente felices.

Educar tiene varios significados y es interesante conocer cuál es su origen. Etimológicamente hablando nos encontramos con dos términos, educare y educere.

EDUCARE quiere decir, conducir, guiar, orientar, criar, alimentar…. Seguro que todos hemos desarrollado estas funciones con nuestros hijos e hijas y son importantes, pero desde esta perspectiva el protagonista de la acción somos los adultos, somos los que hacemos algo que reciben nuestros descendientes.

Pero vamos al otro término, EDUCERE, que significa hacer salir, potenciar en el otro, dar a luz, donde dejamos de ser los adultos los protagonistas de la acción porque el verdadero protagonista es el desarrollo del otro, en nuestros caso de nuestra prole, para que ellos puedan asumir el protagonismo de sus propias vidas.


La experiencia más intensa

Elegir ser padres es, sin duda, el acto más generoso de nuestra vida, es la experiencia más intensa. Es más, somos conscientes de que es un amor desinteresado, es nuestra apuesta por amar sin pedir nada cambio y así debe ser, es una de las características del amor paternofilial.

Se produce una vinculación inmediata, en la mayoría de los casos, es un amor irrompible y duradero, es verdaderamente un amor para toda la vida.

Pero es recomendable de vez en cuando, cerrar los ojos unos minutos e imaginarnos a nuestros hijos dentro de veinte años, tanto al de 3 como hasta el de 17…

Es muy interesante esta actividad, nos ayuda a reflexionar sobre qué tipo de persona vemos, con qué valores, qué grado de competencia tienen para con su vida, qué grado de autonomía, están preparados para tomar grandes decisiones, son capaces de asumir las distintas responsabilidades que les van a ir surgiendo en el trabajo, en su vida personal, serán capaces de respetar a sus parejas, se harán respetar por éstas, será capaz de valorarse y asumirse como persona, sabrá gestionar su dinero, ahorrar, consumir responsablemente, sabrá decir NO, sabrá respetar el No de otros y otras, y sobre todo será capaz de ser feliz con lo que la vida le depare

Está claro que todos estos interrogantes nos llevan no a decidir qué extraescolares elijo para mi hijo, ni siquiera a pensar su futura carrera universitaria, nos lleva a prepararles para que puedan batir sus alas para que puedan volar alto y seguro porque su familia habrá sabido prepararles para ello.